El American College of Occupational and Environmental
Medicine (ACOEM) en un reciente documento desarrollado por su Committee
of Health and Productivity, ha lanzado la idea de crear programas
integrados que unifiquen la prevención de riesgos laborales y la
promoción de la salud del trabajador con una orientación dirigida al
bienestar laboral.
![Imagen de una lente de gafa mostrando el texto en inglés Work too hard](http://ergo.ibv.org/images/blog/work_too_hard.jpg)
Al fundamento científico y sanitario se añade el económico. Invertir
en salud parece rentable. Los costes relacionados con la salud para la
empresa no se deben sólo a accidentes y enfermedades del trabajo.
Enfermedades crónicas, como la diabetes, la patología cardiovascular o
el cáncer, suponen también elevados costes laborales en términos de
absentismo, presentismo e incapacidad, de manera que asegurar una salud
óptima de la fuerza de trabajo se ha convertido en un factor
determinante de competitividad. Así pues, la salud no es sólo un valor
para las personas, también lo es para las empresas. Estimaciones
norteamericanas refieren que por cada dólar invertido en programas de
salud en el trabajo se reducen 3,27$ en costes médicos y 2,73$ en costes
de absentismo1.
Las empresas desean trabajadores en buena salud y promueven la
adopción de hábitos de vida saludables frente al tabaco, la obesidad o
el sedentarismo. No obstante, si los trabajadores perciben que los
riesgos laborales son ignorados por la empresa son poco receptivos a los
consejos de la dirección sobre cómo comportarse en su vida personal.
Una solución es combinar ambos intereses favoreciendo una
responsabilidad compartida entre empresarios y trabajadores mediante la
integración, en un mismo programa, de mejoras en el entorno de trabajo y
de actividades de promoción de la salud (p.e. higiene postural en el
trabajo y programas de mejora del estado de forma física).
El American College of Occupational and Environmental Medicine (ACOEM)2 en un reciente documento desarrollado por su Committee of Health and Productivity,
ha lanzado la idea de crear programas integrados que unifiquen la
prevención de riesgos laborales y la promoción de la salud del
trabajador con una orientación dirigida al bienestar laboral. La
propuesta plantea un continuum dinámico de actividad en la empresa que
integre tanto la protección colectiva frente al riesgo como la promoción
de hábitos individuales saludables. De este modo, afirman, no sólo se
reducirán los daños de origen laboral sino que se mejorará la salud
personal del trabajador de manera simbiótica, consiguiéndose un impacto
efectivo en la productividad, además de optimizar los recursos
preventivos y sanitarios. En el mismo sentido el National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH) ha lanzado la iniciativa estratégica Total Worker Health3
con el objetivo de prevenir las lesiones y enfermedades laborales y al
tiempo mejorar la salud y el bienestar de los trabajadores.
En este escenario se han creado centros académicos multidisciplinares de investigación y transferencia denominados WorkLife Centers of Excellence, uno de los cuales, el CPH-NEW (Center for the Promotion of Health in teh New England Workplace), ha publicado unos primeros análisis4
sobre un programa de investigación-acción llevado a cabo en personal de
enfermería de centros de atención a la dependencia (N=920), en los que
constatan por ejemplo una prevalencia de alteraciones crónicas
(hipertensión, diabetes, etc.) del 35% y de alteraciones osteomusculares
recientes del orden de un 70%. También refieren que menos de la mitad
de los participantes realizan ejercicio físico regularmente y que el 71%
tienen sobrepeso. Según los datos de la investigación se detectan
diversas asociaciones entre comportamientos individuales y entornos de
trabajo, por ejemplo, entre estrés y hábito tabáquico, entre
irregularidad de horarios laborales y práctica de deporte o entre
percepción de malestar y presión laboral. Los participantes manifiestan
deseos de mejorar sus hábitos de vida en relación con la salud, aunque
los condicionan a la mejora de las condiciones de trabajo (reducir la
sobrecarga y mejorar el apoyo de los supervisores), y proponen acciones
como mejorar la calidad sanitaria de los alimentos en las máquinas de
distribución o realizar ejercicios aeróbicos en las pausas de trabajo.
A partir de investigaciones de este tipo, las tendencias más
avanzadas promueven estrategias participativas en la empresa orientadas a
priorizar acciones de intervención combinada sobre objetivos de
seguridad y de bienestar, mediante la movilización de toda la
organización en favor de una cultura global de la salud. Ello favorece
un clima organizacional de interés por la salud que genera el compromiso
de la empresa por promover un "trabajo saludable", así como
planteamientos de "vida sana" por parte del trabajador tanto dentro como
fuera del trabajo. Desde esta óptica, según NIOSH, la excelencia no
depende ya sólo de la reducción de accidentes sino de la mejora en el
nivel de salud de las personas.